Quien más quien menos ha oído hablar alguna vez de la ley de Moore, enunciada por uno de los fundadores de Intel y que, originalmente, decía que el número de transistores que se pueden integrar en un circuito se dobla cada dos años. Posteriormente, alguien la reformuló diciendo que el rendimiento de esos transistores se doblaría cada dieciocho meses, quedándose esta formulación como la más conocida.
Pero llegará un momento en que este número de transistores dejará de poder ampliarse sobre una cierta superficie. Es por ello que diversos investigadores de la universidad de Rochester, con ayuda del MIT, están trabajando en el desarrollo de CPUs en tres dimensiones.
No son los primeros en afirmar disponer de este tipo de procesadores, pero hasta ahora los que habían aparecido consistían simplemente en “apilar” varios procesadores normales e instalar una conexión entre ellos. En cambio, estos que se han presentado disponen de una estructura completamente en 3D, con conexiones masivas hacia capas superiores e inferiores.
Las ventajas de estos procesadores en tres dimensiones son un menor espacio ocupado y unas posibilidades de crecimiento mayores que las de los procesadores que usamos habitualmente, lo que podría significar que estos sean el futuro de la computación.
De momento, se trata solo de prototipos de laboratorio, habiendo conseguido crear uno que funciona a 1.4 GHz, aunque sería necesario saber que rendimiento ofrece para poder compararlo objetivamente. También habrá que calibrar temas de consumo y de calentamiento, pues las dificultades para disiparlos aumentarán considerablemente.
Por tanto, no esperemos verlos pronto en las tiendas, pero desde luego podría ser una tendencia a futuro más que interesante.
Pero llegará un momento en que este número de transistores dejará de poder ampliarse sobre una cierta superficie. Es por ello que diversos investigadores de la universidad de Rochester, con ayuda del MIT, están trabajando en el desarrollo de CPUs en tres dimensiones.
No son los primeros en afirmar disponer de este tipo de procesadores, pero hasta ahora los que habían aparecido consistían simplemente en “apilar” varios procesadores normales e instalar una conexión entre ellos. En cambio, estos que se han presentado disponen de una estructura completamente en 3D, con conexiones masivas hacia capas superiores e inferiores.
Las ventajas de estos procesadores en tres dimensiones son un menor espacio ocupado y unas posibilidades de crecimiento mayores que las de los procesadores que usamos habitualmente, lo que podría significar que estos sean el futuro de la computación.
De momento, se trata solo de prototipos de laboratorio, habiendo conseguido crear uno que funciona a 1.4 GHz, aunque sería necesario saber que rendimiento ofrece para poder compararlo objetivamente. También habrá que calibrar temas de consumo y de calentamiento, pues las dificultades para disiparlos aumentarán considerablemente.
Por tanto, no esperemos verlos pronto en las tiendas, pero desde luego podría ser una tendencia a futuro más que interesante.
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